Con ella nada suele ser fácil.

Si es cuestión de confesar, a Charlie le gusta llorar sólo cuando está sola, el té rojo que sepa dulce y las llamadas con planes espontáneos. Se le pegan sólo las canciones de los anuncios y adora una buena almohada, fresca y mullida. 
Creo que alguna vez ha mentido queriendo, fuma hasta la saciedad y adora el humor negro, pero jamás lo usa para ofender.
Con ella nada suele ser fácil, supongo que lo sabéis, la conocéis perfectamente.
Si es cuestión de confesar, prefiere las americanadas, que no requieren pensar, por lo general sigue la norma de hacerlo todo a última hora, no expresa casi nunca sus sentimientos y adora sus amigos más que a nada en este mundo. 
Podéis encontrarla en el Papi, como cada noche, sino probablemente esté viendo series policiacas con su padre o Melody. 
Si hay algo de lo que esté orgullosa es de haber superado su miedo a los aviones. Le cuesta confesarlo, pero últimamente se siente identificada con historias que siempre acaban con él de una forma poconagradable. 
Nunca ha creído en el amor y piensa que los cuernos están sobrevalorados, pero sabe que algún día se enamorará y que jamás perdonaría que la engañaran. No suele beber, pero cuando lo hace habla en catalán fluído y no le gusta el silencio porque siempre grita la verdad.
Es la típica persona a la que yo llamaría de madrugada, porque es la típica persona que nunca estará en casa.
Con ella nada suele ser fácil, supongo que lo sabéis, la conocéis perfectamente. 
Y cuento todo esto para que la conozcáis mejor, aunque la conozcáis perfectamente. 

Moré than enough

Hasta hace poco la vida de Charlie era puro desorden. Y siempre hacía lo que quería.
Algo más de un año después, con muchas horas y kilómetros a la espalda, y tras buscar y rebuscar por doquier, Charlie ha aprendido que el orden estaba su desorden y, aunque no hace todo lo que quiere, si quiere todo lo que hace. Con eso se conforma.

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No hay Luna como la de enero, ni amor como el primero.