En Cualquier Otra Parte

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luns, 15 de marzo de 2010

Quince años tiene mi amor.



Puede que tú no sepas esta historia y no encuentro un momento y una situación mejores que estos para contártela.
Hace exactamente quince años, recuerdo a Blanca colándome en un ascensor del hospital "Arquitecto Marcide". No recuerdo el piso en el que el elevador paró, pero sí entrar en un pasillo grande y largo de suelo de mármol y paredes blancas, con puertas a los lados. No tenía muy claro a dónde iba, pero al fondo de ese pasillo vi salir a la entonces única mujer de mi vida. Se acunclilló como pudo mientras yo corrí hacia ella.Me acuerdo de Blanca regañándole por agacharse y cogerme en brazos, se suponía que no debía hacer esfuerzos. Entonces me miró y me dijo que me tenía que enseñar algo. Me llevó a su habitación y, entre un montón de gente conocida, de la familia, que en mi memoria aparece borrosa, estaba papá, con un poco más de pelo y un poco menos de estilo, y en sus brazos un pequeño bulto que chupaba un biberón.
Cuando me acerqué vi un ser, para que engañarnos, jodidamente feo y arrugado, que me encandiló en cuanto abrió un poquito sus, ya entonces, preciosos ojos verdes.
Hace quience años yo no lo sabía, pero ese nacimiento fue el comienzo del resto de mi vida. Una vida que no habría sido ni la mitad de bonita, divertida, entretenida y agobiante sin ti .
Puede que ahora, a tus quince, te creas la persona más mayor del mundo, pero siempre estaré yo ahí, para recordarte que duermes con "Piolín" desde que tienes tres años, que teníamos que soportar media hora de llantos cada vez que te despertabas de la siesta y que sigues teniendo mal despertar, que cada vez que comías tenías la necesidad de hacer cualquier guarrada (siempre me acordaré de la salsa del estofado entre tus dedos), que lo dabas todo bailando las Spice Girls en el salón, que siempre coges el tenedor demasiado abajo y te manchas los dedos, que hablas con la boca llena, que te encantan las peleas nocturnas, que me despertabas a las 9 de la mañana todos los sábados para que bajara al salón a ver la tele contigo porque tenías miedo de que hubiera lobos...
Sólo me hace falta decirte una última cosa, y es que espero que, en mi ausencia, no estés perdiendo todas estas manías, porque sería incapaz de quererte tanto si dejaras de ser como eres.
Muchisimas Felicidades. Te quiero, te echo de menos y te deseo que cumplas muchos más.