Se podría decir que Charlie no es de esa clase de personas a las que no les preocupan las despedidas. Que es lo suficientemente fuerte como para preocuparse por el tiempo o las distancias de la vida sin atormentarse. Pero se engañaría a si misma si dijese eso. No por decir que no le preocupan las despedidas, que también lo hacen, sino por considerar fuerte al despreocupado. En su poinión no es más fuerte el que se marcha sin mirar atrás, sino el que, aún volviéndose a observar lo que deja, es capaz de seguir caminando.
En estos días ha vuelto a pasear sus calles, ha vuelto ver a reír y bailar "Single Ladies" al mejor de sus amigos, ha vuelto a timbrar en el 1º I del 51-53 de la calle de la Tierra, ha vuelto a ser besada, ha vuelto a quedarse unos minutos viendo lo buena que parece su hermana al dormir, ha vuelto a cantar hasta morir, hasta verlos sonreír,ha vuelto a girarse ver a su abuela mirarla por la ventana y despedirse mientras ella se pierde entre la gente, ha vuelto a pasar un sábado de fiesta entre amigos, amor y euforia acumulada y desatada por el alcohol, ha vuelto a ver a amigos de verdad que hacía tiempo que no veía y ha podido comprobar que la distancia no hace el ovido, por lo menos no para ellos.
Con todas estas vivencias en la maleta se ha vuelto a la ciudad condal con el presentimiento de que el ya próximo verano será el mejor.