En Cualquier Otra Parte

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mércores, 10 de febreiro de 2010

El día que "Charlie Eco Sierra" perdió el avión



Aeropuerto del Prat. 10:45 am. Corro, como nadie, y llego al mostrador. La mujer del al otro lado de este me dice que el vuelo se acaba de cerrar. "¿Qué significa eso?", le pregunto, aunque se perfectamente lo que me está queriendo decir. Pone una cara de resentimiento y asco imposible de aguantar y me suelta un "que tendrás que coger otro avión".
Me dice todas las posibilidades desde el vuelo directo a Coruña hasta el que hace escala en Palma de Mallorca. Con esta última la retranca salió de mi a presión y no pude evitar decir "si voy a Palma me quedo allí". La expresión de su cara superó con creces la de resentimiento y asco que había puesto anteriormente y unas enormes ganas de decirle que ella, como en el anuncio, también necesitaba tomar all-bran, se apoderaron de mí. Lamentablemente mi exquisita educación hace que me lo piense hasta tres veces y que me vaya dedicándole una sonrisa más falsa que un amigo del facebook y un "gracias" lo menos amable posible.
Me dirijo al mostrador de Spanair. Llega mi turno después de ver como los que estaban delante de mí se las liaban parda uno tras otro a los hombres (sí, eran todos hombres) del mostrador. Yo tenía pensado seguir la pauta del resto de los pasajeros, pero cambié de opinión al acercarme a la ventanilla y ver a un chico rubio, muy guapo, que me dice "buen día" con una sonrisa y un suave acento argentino (¡QUÉ HOBRE!). Mientras me atiende veo frente a mí un cartel que anuncia "DESIGUAL". "VAMOS, LO QUE ME FALTABA" exclamo, y me voy indignada.
Me decido por comprar el billete directo de las 19:10 y me dirijo a facturar. Veo dos mostradores disponibles. En uno se encontraba la mujer falta de fibra y pienso "antes pierdo otro avión que volver a hablar con ese ser". La única salida era un hombre entrado en años con cara de amargado. Me acerco a él y, las apariencias engañan, me sonríe y me dice "¡Hola Holaaa!". Le sonrío de vuelta y le saludo. Le entrego mi identificación, mira la hora y me dice "¿te pasas de puntual no?". Le cuento mi historia y reímos juntos.
Encuentra un problema en mi reserva y llama a la central. Después de cotillear un buen rato con su interlocutor/a le cuenta mi problema refiriéndose a mi no con mi nombre, sino con un pseudónimo tal que así: "Charlie Eco Sierra". En ese momento me inunda una sensación de grandeza indescriptible y no puedo evitar soltar una carcajada.
En fin, nos hemos caído bien mútuamente. Mira el asiento que me ha tocado y dice "No. Te voy a dar un asiento mejor. ¿Qué prefieres pasillo o ventana?". "La duda ofende" le contesto. "¿Usted qué preferiría ver; un pasillo de medio metro por el que la gente pasa a duras penas y dándote toda clase de golpes, o ver el mundo entero desde una perspectiva diferente a la de cada día?", me sonríe y exclama "VENTANILLA PUÉS" Me entrega el billete y sonríe una última vez. Le devuelvo la sonrisa y le digo, sinceramente, "¡muchas gracias!"
Me dirijo a pasar el control y el guarda me indica "por aquí, SEÑORA". No se cómo reaccionar así que no hago nada y entro en la terminal.
Llamo a mi madre que, al no saber a quién echar el sermón, si al conductor de los FGC, a los guiris del Aerobus, a la tía del mostrador o a la menda, canaliza toda su ira contra la que tiene más a mano (adivinad quién fue la pringada).
Camino un rato por las cintas mecánicas, parezco tonta pero me divierte.
Llamo a Irene y le cuento lo ocurrido. No le da la chencha. No para de reírse, no entiendo porqué, si siempre me pasa lo mismo. Terminamos de hablar y colgamos.
Me siento en un banco y miro a mi alrededor. Suspiro. Miro el rloj, las 12:31. "Si hubiese llegado dos minutos antes ya estaría en casa". Suspiro de nuevo y me oigo decir "Bueno, ahora que tengo tiempo, haré amigos".